Ya pensábais que nos habíamos ido de vacaciones, ¿eh? Pues no, porque aunque hace ya casi dos meses que no os contamos cómo nos va, no hemos dejado de trabajar como auténticos brutos en nuestros dos «cacharros» (los llamamos así cariñosamente). Os teníamos un poco olvidados, pero no os preocupeis, que volvemos a daros la brasa un rato. En AREMAF; las vacaciones sirven para dejar de ir al trabajo (ese por el que sí nos pagan).
En estos casi dos meses, no hemos dejado de trabajar como auténticos brutos en nuestros dos «cacharros» (los llamamos así cariñosamente).
Hemos conseguido bastantes avances en el 301. El más importante es que acabamos de montar toooooooodas las piezas del motor que habíamos desmontado y reparado (algunas ya lo estaban cuando subimos la última entrada) y otras no, como la dinamo, que ya está completamente operativa, o la bomba del agua, a la que sólo le faltaban los acoples a la dinamo.
Después de mucho rebuscar (tanto en internet, como en tiendas de recambios), hemos encontrado, por fin, los aceites exactos que llevan la caja de cambios y el embrague. Hasta ahora lo hacíamos funcionar con aceites parecidos, pero ya tenemos los «suyos». Así que nos metimos debajo del tractor (bueno, realmente sólo se metieron Miguel y Rubén, que son los únicos que caben) y vaciamos la caja, para después volver a llenarla con «su» aceite. Así, además, limpiamos el carter de impurezas malas, malas.
Y por fin, después de mucho tiempo, arrancamos el motor. Y hasta aquí, sin novedad.
Aún así, seguimos buscando toda la documentación que podamos sobre la caja de cambios, pero nuestras pesquisas no dan los resultados que nos gustaría y nos está costando horrores conseguir algo de información. Ya aprovecho para lanzar un berrido de socorro y pediros que si alguien sabe algo, que nos lo diga.
Pero, como no podía ser de otra forma, los trabajos en el «Zaragoza» no han cesado. Hemos tenido la suerte de juntarnos unos cuantos cada día, con lo que sobraban manos en el Memé, y las hemos metido en el automotor.
Hemos desmontado todos los manguitos viejos de la refrigeración del motor. Bueno, más que desmontado, los hemos tenido que cortar, porque la goma había «hecho costra» sobre los tubos estaba totalmente pegada. Gracias a nuestro proveedor de recambios habitual (ese señor vale su peso en oro, por cierto), ya los tenemos en el local, listos para adaptarlos y montarlos.
También hemos seguido con el tema de la neumática. Por fin podemos decir que tenemos todos los tubos y válvulas montados, a falta de un par de pequeños detalles. Pero por lo menos ya podemos empezar a probar a ver si funcionan las cosas.
Así que hemos hecho un invento: como no podemos arrancar aún el motor para que el compresor haga aire, nos hemos inventado un acople a la salida del compresor para enchufarle aire por ahí, usando un compresor eléctrico externo, así podemos buscar fugar y comprobar que todo funcione. Y en eso estamos, regulando y quitando fugas.
¿Os parece poco? Pues aún hay más.
No contentos con todo ello, hemos decidido poner algo de orden en nuestra leonera, digoooo, en nuestro local social. Hemos llegado a tal punto, que se nos mezclan los papeles de la asociación, con la ropa limpia, que ya está haciendo buenas migas con la ropa sucia, que ya se llevaba muy bien con las herramientas, tornillos, tuercas, juntas y demás mie…, estooo, cosillas que había en el local. Este último sábado nos liamos a ordenar un poco, y decidimos sacar dos bancos de trabajo de electrónica que teníamos (en realidad, de electrónica, poco, servían de almacén vertical, es decir, vete poniendo cosas encima hasta que ya no quepa nada más) y los hemos sustituido por dos armarios y una estantería, que iremos llenando poco a poco. Y todo esto, en plena ola de calor, oiga. Pero se nos hizo de noche, y no acabamos de ordenar, así que este miércoles seguiremos.
Bueno, ya no queda nada más que contaros de por aquí… Ah, sí, que hay un nuevo director en el Museo, y que nos pidió un favor un tanto especial: que le quitáramos el grafiti (o como leches se escriba) al coche cafetería. Y allí nos pusimos, con líquido anti-grafiti (o como leches se escriba), estropajos, trapos y nuestra querida Lulubelle (la Kärcher para los no entendidos), y con dos manos muy especiales, las del director.
Y como siempre, las fotos. Hala, ahí van todas a capón…
Abrazos.